Deshidratación

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Deshidratación significa que el cuerpo no tiene tanta agua y líquidos como debiera. Puede ser leve, moderada o grave, dependiendo de la cantidad de líquido corporal que se haya perdido o que no se haya repuesto.


Las pérdidas de agua resultan elevadas en situaciones como sudoración excesiva (por ejemplo, a causa del ejercicio), eliminación de orina excesiva (diabetes no controlada o por el uso de diuréticos), o por diferentes enfermedades (cólera), infecciones bacterianas (Salmonella) o víricas (Norovirus), que cursan con fiebre, vómitos o diarrea. Por otro lado, la ingesta de líquidos puede resultar insuficiente debido a la pérdida de apetito (causada por una enfermedad) o a la pérdida de la sensación de sed.


La deshidratación puede ser más probable en bebés y niños que en adultos ya que su peso es menor y sus cuerpos asimilan el agua y los electrolitos con más rapidez. Los ancianos y los enfermos también presentan un alto riesgo.


Los síntomas de deshidratación pueden ser boca pegajosa o reseca, letargo o coma (con deshidratación severa), menor eliminación de orina (la orina aparece de color amarillo oscuro), ausencia de lagrimeo, ojos hundidos, etc.


La deshidratación grave sin tratamiento, puede ocasionar convulsiones, daño cerebral permanente, y finalmente, la muerte.


Referencias


López JM, 2010. Metabolismo hidromineral: agua y electrolitos. En: "Tratado de Nutrición. Tomo I Bases fisiológicas y bioquímicas de la nutrición humana" 2ª edición. Editor A. Gil Ed. Medica Panamericana, Madrid (España).

Iglesias C, Villarino AL, Martínez JA y col, 2011. Importancia del agua en la hidratación de la población española: documento FESNAD 2010. Nutrición Hospitalaria 26(1): 27-36.