Ramadán
La religión islámica exige a sus creyentes que cumplan dos normas alimentarias: consumir alimentos Halal y hacer ayuno durante el mes del Ramadán. Casi todas las religiones obligan o recomiendan a sus creyentes realizar ayuno durante algún período de tiempo. A diferencia de la abstinencia, en que se prohíbe consumir un alimento (la “abstinencia de carne” por ejemplo), el ayuno supone no ingerir alimento alguno. A lo largo de los 30 días que dura este ayuno, los creyentes deben evitar ciertos comportamientos como el no consumir alimento ni bebida alguna desde que sale el sol hasta que se pone. En el ámbito alimentario, el Ramadán supone alterar el horario de la ingesta de los alimentos, más que dejar de consumir alimentos.
Este ayuno conmemora el tiempo en que El Corán fue revelado al profeta Mahoma, y como el Ramadán es uno de los cinco pilares del Islam, constituye una de las obligaciones fundamentales de un creyente. Empieza en el noveno mes del año lunar musulmán, por lo que no coincide todos los años en las mismas fechas del calendario europeo.
Realizar este ayuno supone un esfuerzo especialmente importante cuando coincide durante el verano porque no se puede beber agua durante todo el día. Es una dificultad añadida practicarlo en una sociedad no-musulmana porque es fácil ver a otras personas consumiendo alimentos durante el día y porque no existen mensajes institucionales que recuerden lo excepcional de esas fechas.
El Ramadán ha de cumplirlo todas las personas con algunas excepciones como los niños, enfermos, personas mayores, mujeres embarazadas o en período de lactancia, o quien esté realizando un viaje largo. El cumplimiento de esta obligación religiosa y de esta norma alimentaria, queda a la conciencia de cada creyente.
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