La glucosa es uno de los compuestos orgánicos más abundantes de la naturaleza. Es un hidrato de carbono, concretamente un monosacárido, siendo el principal producto de hidrólisis de hidratos de carbono complejos, como el almidón o el glucógeno.
Es la fuente principal de energía de los seres vivos, con un valor energético de 4kcal/g. En el organismo humano se absorbe de forma muy rápida, se distribuye libre sangre y es utilizada como fuente de energía por todas las células, incluso en exclusividad en algunos tejidos (tejidos glucodependientes como es el caso de los eritrocitos, la retina, la médula renal y el cerebro).
Se cataboliza, habitualmente en presencia de oxígeno, a través de tres rutas metabólicas consecutivas (la glucolisis, el ciclo de Krebs y la fosforilación oxidativa unida a la cadena de transporte de electrones), rindiendo 38 moléculas de ATP (36 en músculo). En el humano se almacena en forma de glucógeno en hígado y tejido muscular.
Las fuentes alimentarias de glucosa son la miel y la fruta (la uva), formando parte de la inmensa mayoría de disacáridos y de los más importantes polisacáridos de la dieta. La glucosa utilizada en los tejidos deriva principalmente del almidón, sacarosa y lactosa de la dieta, de los depósitos corporales de glucógeno hepático y muscular o de la biosíntesis hepática o renal.
Referencia
Nelson DL, Cox MM. Lehninger. Principios de Bioquímica. 5ª Ed. Ediciones Omega. 2007, Barcelona.
Rodríguez Rivera VM, Simón Magro E. Bases de la Alimentación Humana. Editorial Netbiblo. 2008, La Coruña.